lunes, 11 de enero de 2016

Devorador de Almas


Demonios Devoradores de almas Los Khorne
Puños de Khorne, Bebedores de sangre, Señores de los Cráneos, Devoradores de Carne y Entrañas, Portadores de muerte de Khorne, Sanguinarios, Guardianes del Trono, Asesinos de las tierras altas
Un Gran Demonio de Khorne recibe muchos apelativos diferentes, como, por ejemplo, el Ensangrentado, el Señor de los Cráneos, el Carnicero Despótico, el Dios de la Batalla y, más comúnmente, el Devorador de Almas (khak'akaoz'khyshk'akami en lengua oscura).
BloodthirsterMarkGibbonsLos devoradores de Almas son los más brillantes y poderosos servidores del Dios de la Sangre y, de hecho, son sus predilectos. Su ansia de sangre se extiende más allá de toda comprensión humana, y por más matanzas que cometan y cadáveres que amontonen, nunca quedan satisfechos: los Puños de Khorne siempre anhelan más muerte.
Este Demonio de estatura colosal blande un hacha rúnica de destrucción y un látigo que arde con las llamas del infierno con el que despedaza las almas de sus enemigos. Tiene unas alas gigantescas que bate sobre el campo de batalla donde aúlla dominado por una ira inmortal.



Los Devoradores de Almas son criaturas llenas de odio que rugen sus desafíos a sus adversarios mortales, pocos de los cuales pueden aguantar ante ellos más tiempo que un latido de corazón. La llamada a la batalla no termina nunca para un Devorador de Almas, sin importar cuántos cráneos adornen ya el trono deKhorne ni cuántas almas hayan sido separadas de sus débiles cuerpos mortales a manos delhacha y el látigo. Un Devorador de Almas es un guerrero inmortal y, mientras exista una guerra que librar, seguirá luchando.
Es posible hablar con un devorador de almas, pues hablan todas las lenguas, dialectos y variantes de los mortales. Pero no serviría de nada, pues lo único que mueve a los Señores de los Cráneos es matar a todos los seres vivos y postrar sus cadáveres húmedos a los pies de Khorne. El único propósito de la existencia de un devorador de almas es matar, alzar su cabeza hacia el cielo encapotado y aspirar el hedor de la sangre y la muerte mientras reclama más cabezas para el Trono de Cráneos.
En el campo de batalla, un devorador de almas es un maestro de la guerra. Sus legiones están sometidas a su voluntad asesina, y las obliga a masacrar a sus enemigos en el nombre de Khorne. Son seres increíblemente astutos, con una capacidad instintiva para derrotar a los generales morrales más brillantes. Pueden presentir el curso de una batalla y aprovechar las mejores oportunidades para emplear sus hojas y sus tropas con la máxima eficacia.
Cuando se unen a la batalla son unos adversarios aterradores. Con cada barrido de sus temibles hachas rúnicas pueden arrasar regimientos enteros. Su mera presencia abrasa la tierra con violencia, y el batir de sus alas provoca fuertes tormentas, como si insuflase a los ciclos el odio que arde en las venas de Khorne. Su combinación de inteligencia maligna y fuerza bruta es especialmente peligrosa.

Devordarod e almas y mastines

Otros Demonios se retiran de la batalla si se ven superados para salir en busca de fuerza y buscar la ayuda de otras tropas de talentos insidiosos, pero esta no es la forma de actuar de un Devorador de Almas. Si un Gran Demonio de Khorne se ve superado en número, rodeado, herido de gravedad, o incluso acosado por un héroe con poderes divinos, no abandonará el combate. Esta es la naturaleza del Devorador de Almas: no se retira, no vacila, sino que ruge desafiante a cada nuevo golpe que propina, blandiendo su hacha incluso con más sed de sangre que antes y rompiendo más cráneos para Khorne en una furia imparable.
Pocos hombres puede plantar cara a un devorador de almas, pues se arroja a cada combate con desenfreno, masacrando a todos los que puede sin reparo alguno por su vida. Sus gritos desafían a sus oponentes mortales, indiferente a las consecuencias de su odio. Y lo que es peor, la aparición de estas criaturas infunde ánimos a los demás servidores del Dios de la Sangre, tanto sus aliados demoníacos y mortales, provocándoles estados de furia asesina prácticamente suicidas. Son semidioses portadores de la muerte, y todo un ejército apenas si basta para detener el avance de estos implacables enemigos.
Su sed de sangre va más allá de toda comprensión humana. No conoce otro miedo que el que infunde su terrorífico maestro Khorne y carga contra el enemigo sin pensar en las consecuencias, pues las consecuencias suelen ser las muertes de aquellos que osan enfrentársele en lugar de salir huyendo.

La aparición de un devorador de almas en el Viejo Mundo asola la tierra, emitiendo ondas de maldad en todas direcciones, infectando a los morrales con su odio y su sed de violencia. En varios kilómetros a la redonda, el cielo se oscurece, adoptando un color espeluznante debido a las nubes hinchadas de sangre que se arremolinan en el firmamento, vertiendo torrentes de lluvia carmesí sobre la tierra. Unos relámpagos negros rugen alrededor de estas pestilentes abominaciones, descargados desde los cielos imbuidos de Caos para incendiar la tierra.

Devorador de almas chungo.

Cuando el gran demonio se acerca a sus enemigos, su descomunal forma emite oleadas de su esencia que contaminan los corazones y mentes de todos los mortales que haya en su camino. El mal genio aflora y las emociones se descontrolan. Se producen peleas por ofensas menores o incluso meramente percibidas, y cuanto más se acerca el demonio, más violentos se vuelven los conflictos, llevando a antiguos amigos a luchar hasta la muerte debido a la cólera que bulle en sus corazones. Hay más fenómenos que atestiguan el poder del devorador de almas. Los animales se vuelven rabiosos, actuando de forma extraña y atacando sin provocación.
La presencia del demonio altera la vida vegetal, haciendo que les crezcan espinas o incluso dientes que muerden el aire en busca de la carne de los vivos. Y lo peor de todo, los objetos inanimados transpiran. Sus superficies se perlan con gotas de sangre negra que recorren las hojas de las espadas o se mezclan con los líquidos contenidos en las copas.
Y entonces llega. Unas nubes negras se extienden por toda la región, oscureciendo el sol. En sus ciclópeas profundidades centellean relámpagos rojos acompañados de fragorosos estruendos que sobrecogen incluso a los héroes más osados, o bien los empuja a realizar actos inhumanos de violencia. Y cuando comienza a caer la lluvia ácida, y el viento hace que las gotas caigan de forma horizontal, una entidad descomunal desciende de los violentos cielos y se estira hasta revelar su forma demoníaca, de inmenso tamaño, con una piel roja rezumante y una crin de cabellos apelmazados por la sangre. Es la personificación de la muerte. Es el devorador de almas. Vuela batiendo sus enormes alas negras con un ritmo pausado, enviando el hedor de la sangre y el bronce con cada aleteo. Su mera presencia agita los corazones de los hombres inspirándolos a la violencia, evocando pensamientos oscuros y una sed de sangre que se ven obligados a saciar.

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