domingo, 24 de enero de 2016

nadia historia de terror verdadera

La aterradora historia de Nadia


Nadie sabía exactamente cuál era la vida de Nadia desde la muerte de su madre. Apenas tenía 8 años cuando ella falleció. Era hija única, vivía en una zona alejada y al quedar sola con su padre fue también como quedar sola en el mundo. No tenía parientes cercanos que vivieran cerca a su casa; su único contacto con la sociedad eran sus idas y venidas de la escuela. Nadia era una niña alegre y muy sociable, al menos lo fue hasta perdió a su madre, luego poco a poco su sonrisa se fue marchitando como se marchitan las flores, a los 12 años era imposible verla sonreír.
Por supuesto que seguía asistiendo a la escuela, pero era callada y retraída, no tenía amigos ni nadie de confianza, su maestra trato de conversar con ella y crear un vínculo amistoso, pero la niña nunca correspondió a sus esfuerzos y se limitaba a mirarle tristemente hasta que la maestra cejó y la dio como un caso perdido. ¿Con quién vivía Nadia? Pues con el único pariente cercano que le quedaba en casa: Su Padre…
¿Y cómo era su padre? Nadie habría querido responder esta pregunta, quizá alguna persona habría comentado q era un hombre taciturno y sin amigos, pero no era solo eso, era un hombre que aparentaba ser tranquilo, realmente dentro de sí bullían todas las pasiones, y no precisamente las más inocentes. Se rumoreaba (solo era un rumor) que en su juventud se dio a la vida disipada cuando vivía en la ciudad, drogas y malos amigos, trasnoches y malos caminos. Se rumoreaba también que golpeaba a su esposa. Pero el rumor que ya nadie se atrevía siquiera a pensarlo era ¿De qué vivía?, nadie le conocía trabajo, siempre lo veían sentado en su puerta sin hacer nada. ¿De dónde sacaba el dinero para sobrevivir junto a Nadia? Por último ¿Dónde vivía Nadia?










Imagínense una selva, una selva amazónica y umbría. Vivian en una región de la selva amazónica, en una pequeña y alejada parcela que heredó la madre de Nadia de sus padres. Para llegar a este lugar sombrío, donde se estableció la pequeña familia esperando trabajar y prosperar; había que viajar por herrumbrosas carreteras, horas y horas de viaje, luego cruzar un río caudaloso y finalmente caminar por un estrecho sendero subiendo y subiendo por una montaña. Así es como viven las personas que se dedican a la producción de café y cacao.
Pero regresemos a Nadia, a la pobre niña sin sonrisa. Nadie supo nunca o al menos hasta el momento en que sucedieron los hechos como era la vida de Nadia, la veían ir a la escuela, la veían sentada a la puerta de su casa, la veían caminar por el sendero. Y de pronto cuando ella cumplió los dieciséis años nadie la vio más. Los más valientes que se atrevieron a preguntar al padre donde se encontraba la adolescente, obtenían siempre la misma respuesta “Nadia se fue a la ciudad a vivir con unos parientes lejanos, estudiar y forjarse un futuro”, y nadie tampoco podía preguntar más a ese hombre taciturno. Pasaron los días, los meses y llego a ser dos años de la partida de Nadia, su padre se había desmejorado mucho, lo encontraban borracho tirado al borde del sendero y si era noche cuando sucedía esto, el que lo encontraba juraba haber oído mascullar al viejo e incluso gritar “déjame en paz, ya se acabó ya”, así que en la aldea empezaron a sospechar que se estaba volviendo loco si es que no lo estuvo siempre.
DOS AÑOS DESPUÉS
Ciertos días de la semana, partía un camión a la zona donde vivía Nadia, ese día en particular se encontraban dos señoras parlanchinas y dicharacheras que volvían a sus casas en la selva.
– ¡Qué calor hace!- exclama una mientras trataba de abanicarse con la mano –
– Si parece que ya estuvieramos en el infierno- respondía la otra- Lo bueno es que cuando lleguemos será noche cerrada, no me atrevería a subir esa montaña con tanto calor.
– Claro que no quieres calor, pero tampoco es bueno caminar por la noche ¿y si se te aparecen los fantasmas?
– ¿Qué fantasmas? Toda mi vida he caminado de noche por ese sendero y nunca me he encontrado nada…
– Eres incrédula, cuidado que un día te pase y te mueras del susto.
– Nada, aquí no pasa nada.
En ese momento al camión subió una última pasajera, cabello largo y suelto, delgada como una palmera, hermosa y seria. La recién llegada se acurrucó en un rincón del camión tapando sus largas piernas con su vestido, cerró los ojos y pareció dormir.
– Fíjate en esa- murmuró una de las vecinas, con ese trapo que se cubre un poco más y parece desnuda.
– Ay mujer, a ti te gusta criticar a todas. Pero fíjate bien, me parece que tiene cierto aire conocido.¿V a ser?…
– No creo haberla visto en mi vida.
– Yo creo que sí, se parece a la mujer de ese borracho, pero es muy joven. Ahí está el detalle… creo que es Nadia.
– ¿Nadia, la hija de ese borracho?
– Si… Pregúntaselo.
– ¿Y por qué no tú? Nunca he hablado con ella.
– Y seguro yo sí…
– Está bien, se lo pregunto- y tomando más valor que aire la mujer se dirigió a la joven.
– ¿Hola señorita, usted es de por acá?
La joven levantó su mirada y sus ojos tristes, que profundamente se posaron en la mujer, viendo y sin ver
– Si – respondió en apenas un susurro.
Como no parecía volver a hablar más, la mujer volvió a preguntar:
-¿Tú eres Nadia?- y después de un silencio largo, largo, la joven contestó.
– Si…
– Ah, entonces ¿estas volviendo?, ¿será para cuidar de tu padre?, hace mucho que está enfermo.
– No ¿Cómo, no vas a cuidar de tu padre?
– No
– Entonces…
– Cállate- le susurro la otra mujer- no es tu asunto.
– Pero…
– Cállate, hay algo en su mirada y su voz que me da miedo…
– Si serás…
Las mujeres callaron y se acurrucaron en sus bultos, el camión seguía su marcha, el camino era largo y la noche también. A las dos de la madrugada llegaron a destino.
– Baja, baja- gritaron las mujeres.
El camión se detuvo, bajaron y junto a ellas bajo Nadia. Era lo más natural ya que su casa quedaba en la zona, pero ellas no pudieron evitar estremecerse, había algo extraño en esa chica, algo que no se podía definir… ¿Irás con nosotras por el sendero?
– Si.
-¿Tienes linterna?
– No.
– Camina a mi lado, así te alumbro.
– Si.
Se pusieron en marcha, a medida que caminaban el aire se hacía frío y más frío, no había luna, el sendero se alargaba y alargaba como para no dejarles llegar a sus casas. Al fin llegaron a la primera casa, era la casa de Nadia, oscura y solitaria.
– Hasta la vista entonces- se despidieron las mujeres no sin alivio.
– Si…
Ellas se alejaron por el sendero, iluminándose con sus linternas
– ¿Te diste cuenta que frío hacía?- comento una.
– Sí, pero solo era frío… no vayas a empezar otra vez con tus fantasmas- y ambas iban a echarse a reír cuando oyeron un grito espantoso, era un grito que venía de alrededor de ellas, de detrás de ellas, y a la vez de ellas mismas.
-¿Qué fue eso?- y mientras preguntaba, el grito volvió a resonar.
– Nooooo… nooooo… por favor, noooo- los cabellos se les erizaron, se miraron locas y confundidas ¿Qué ha sido eso? ¿Nadia? – – No, era un grito de hombre. ¡Volvamos!… – aunque lo dijo con miedo, la mujer sentía la necesidad de volver y averiguar quién o porque había gritado.
-¿Estás loca? Yo me voy a mi casa.
-¿Y si Nadia necesita ayuda?
– No fue ella, fue un hombre…- aun así ambas se tomaron del brazo y caminaron lentamente hacia la casa de Nadia, todo estaba oscuro, se acercaron a la puerta, se encontraba entreabierta.
– Toca… Entra, yo no me meto ahí
– Pásame tu linterna- empujaron un poco más la puerta para poder iluminar el interior con la linterna –
– ¿Nadia?…- la pregunta era apenas un susurro y se perdió en la oscuridad, pero un sonido les respondió, un sonido de desgarre, una rotura, un chirrido.
-¿Nadia, estas ahí?- En ese momento la luz de la linterna iluminó el piso, un jirón blanco de vestido, un jirón no tan blanco… –
-¿Nadia?- gruñido… y al fin la linterna la iluminó toda entera, estaba sentada en el piso, acunando algo entre los brazos, con los largos cabellos tapando el objeto que acunaba.
– Nadia, ¿estás bien?- y ella giró su rostro, vacío y hermoso.
– Ahora sí…
-¿Qué? ¿Qué?- la mujer se quedó sin habla mientras veía que era lo q sostenía los brazos de Nadia… era… era… pero no puso contener el grito que salió de su pecho antes de retroceder hacia la puerta.
Nadia sostenía la cabeza de su padre, estaba limpiamente arrancada del cuerpo, la boca en un grito mudo y los ojos sangrantes ¿O es qué ya no tenía ojos?
– Sal, sal…-la mujer retrocedía empujando a la otra.
– No te vayas- susurro Nadia.
– ¡Monstruo!
– No… yo no lo soy… pero mi padre si.
– No, tú eres un monstruo, mataste a tu padre.
– Él ya estaba muerto, el día que me tocó por primera vez ya estaba muerto ¿Qué? Cuando murió mi madre, papá se hizo cargo de mí, al principio eran solo unos golpes por cosas pequeñas, como romper un plato… pero luego me fue viendo, yo crecía… mi cuerpo también…
-¿Qué dices?
– La primera vez fue una noche… no había luna, todo estaba oscuro, lo sentí echarse encima mío… quise gritar… me tapó la boca con su sucia mano… tan solo tenía 12 años…
– ¿Tu padre… tu padre?.
– Sí, me violó… y no fue una, sino muchas veces y nunca más pude volver a vivir…
– Pero te fuiste… ¿No? Tu padre dijo que te marchaste a la ciudad.
– No… estoy aquí.
-¿Cómo?
– La noche que cumplí 16, me dije que ya no soportaría más vejaciones, escondí un cuchillo bajo mi almohada, ¿quería matarme? No, quería matarlo a él, pero fue como si él lo supiera, fue de frente al cuchillo y me apuñaló.
– Imposible…
– Sí- dijo Nadia mirándola con una sonrisa triste, la sonrisa más triste y la mirada más triste que viera en su vida- estoy enterrada bajo la cama…
Las mujeres se quedaron de piedra, o mejor dicho solo una de ellas por la otra yacía desmayada en el dintel desde el momento en que había visto la cabeza del muerto. Nadia había regresado del mas allá, había regresado a tomar su venganza por que no podía descansar en paz, una niña así tratada nunca podría descansar en paz.
Cuando la mañana llegó, las dos mujeres fueron encontradas en el sendero, acurrucadas y tiritando a pesar del intenso calor, nunca más volvieron a ser las mismas, nunca más volvieron a vivir ahí.
¿Y Nadia? Cuando los hombres entraron en la casa todo estaba cubierto de polvo, como si hace mucho nadie viviera ahí, pero donde más polvo había era sobre el cadáver del hombre, las mujeres dijeron que Nadia simplemente había vuelto a ser polvo…

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Creepypaste boogeyman historia

El Boogeyman.

 Conocido en Hispanoamérica como el Coco o el Cuco, y también llamado en inglés con otros nombres como Bogieman, Boogeyman o Boogieman; el Bogeyman tiene sus orígenes en una serie de historias y leyendas contadas por adultos para atemorizar a los niños e inducir una buena conducta en ellos.
No posee una apariencia 'común', y las descripciones de su aspecto y hábitos puede variar drásticamente; aunque en algunos casos no es descrito de ninguna forma física en concreto, y más bien es una encarnación misma del terror: siempre descrito como un ser que se lleva a los niños o se los come si se portan mal, claro, siempre dependiendo de un propósito o corrección del comportamiento (ej. niños desobedientes, que salen a la calle sin permiso o que no comen, entre otros).
Las historias sobre el Bogeyman también varían de acuerdo a la regió, y este ser puede ser masculino, femenino o simplemente asexual.
En algunas leyendas, en particular en los Estados Unidos; el Bogeyman araña la ventana para aterrorizar a los niños que duermen dentro; mientras que en otras aparece heraldado por un grueso manto de niebla verde. En otros lugares, se oculta bajo la cama o en el clóset, y le hace cosquillas a los niños o les jala los pies. También se dice que su mero toque ocasiona el crecimiento de verrugas.

El Hombre del Costal.
Una de las variaciones más comunes del Bogeyman es un hombre con un costal en su espalda que se lleva a los niños malos, y en los países hispanoparlantes de América se le conoce como "el Hombre del Costal", "el Hombre del Saco", "el Viejo del Costal" y en Portugués "Homem do Saco" (que significa lo mismo que las frases anteriores).
En España, se le describe como un hombre malvado, imposiblemente feo y delgado que se come a los niños groseros que se lleva. En Brasil, como un vagabundo que lleva un gran costal en la espalda y que se lleva a los niños desobedientes para luego venderlos. En Chile y otras áreas de Sudamérica es "El Viejo del Saco", que vaga por los barrios todos los días durante la hora de la cena. Y a pesar de sus características, los niños no lo consideran un ser mítico o fantástico; si no que aparece en el imaginario colectivo como un demente asesino psicópata que de alguna forma es aceptado por una sociedad que le permite tomar a un niño que le ha sido entregado por sus padres o que tiene el derecho de capturar a cualquier menor que no esté en casa al anochecer. En Honduras y México también se le conoce como "El Roba Chicos".
Otras de estas leyendas aparecen en regiones como Armenia, Georgia, Bulgaria (donde tiene el nombre de Torbalan); donde aparece como un familiar de la mítica Babayaga; mientras que en Hungría es conocido como Zsákos ember, que significa "persona con saco".
En Turquía se le llama Ocü. En la República Checa, Eslovaquia, Silesia y Polonia aparece como el Bubak o el Hastrman (Espantapájaros); que a diferencia de sus otros congéneres en varias partes del mundo, también roba adultos, atrayéndolos al ocultarse en las orillas de los ríos y hacer sonidos que imitan a un bebé perdido. Se cree que crea ropas durante la luna llena a partir de las almas que roba, y que anda en un carruaje jalado por gatos. En Rusia, Ucrania y Belarús existe el Buka, Babay o Babayka; que es usado para mantener a los niños en la cama.
A los pequeños se les dice que Babay es un hombre viejo con un costal, o un monstruo que se oculta bajo la cama y se los llevará si se portan mal.
En los Países Bajos existe Zwarte Piet ("Pete el Negro"), un sirviente de Sinterklaas que entrega bolsas de regalos el 5 de diciembre y se lleva a los niños malos. En algunas historias, el Zwarte Piet es un niño secuestrado que eventualmente crece para volverse una nueva generación de Zwarte Piets.
En Haití existe el Tonton Macoute, un gigante que funciona como contraparte del Padre Navidad (de hecho, durante la dictadura de Papa Doc Duvalier, a la policía secreta de Haití se le otorgaba el nombre de "Tontons Macoutes", por su hábito de hacer que la gente desapareciera).
En la India se le llama Bori Baba "Padre Saco", que se lleva a los niños en costales.

Babau.
En el Mediterrano oriental, los niños que no se comportan son víctimas del "Babau" (o "baubau", "baobao" o "bavbav"). En Italia y Rumania se le conoce como L'uomo Nero(Rumano: Omul Negru) o "Hombre Negro"; y se le muestra como un hombre de gran altura que porta un pesado abrigo negro con una capucha del mismo color que oscurece su rostro. A veces, los padres tocan bajo la mesa para pretender que alguien llama a la puerta y dicen "Aquí viene l'uomo nero, seguro sabe que aquí hay un niño que no quiere comerse la sopa". Y no se cree que lastima o devora a los niños, si no que se los lleva a un lugar misterioso y aterrador.
En Egipto se le conoce como "al-Bu'bu", una criatura nocturna que viste de negro y aterroriza a los niños que se portan mal.

Butzemann.
En los países germanos, al Bogeyman se le llama Butzemann, Busseman, Buhman o Boemand. En Alemania se le conoce como "Buhmann" y en Dinamarca es elBussemanden o "Bohmanden". Se oculta bajo la cama y agarra a los niños que no duermen.
En Noruega se le conoce como Busemannen y aparece como un ser vestido totalmente de negro, con afiladas garras y colmillos que se oculta bajo la cama o en el clóset; captura niños que no quieren dormir y los encierra en su sótano durante un periodo de tiempo. "Butzemann" es también un nombre dado a los espantapájaros en áreas colonizadas por gente alemana o suiza durante el siglo XVIII. A su contraparte femenina se le llama "Butzefrau".
También en Alemania aparece otra figura ominosa llamada Ser Schwarzemann (Hombre Negro). "Schwarze no hace referencia al color de su piel, si no al hábito de ocultarse en lugares carentes de luz como los clósets, bajo la cama o en los bosques al anochecer.

Dokebi, Namahage y los Monstruos de Asia.
En los países del lejano oriente también existe una rica tradición oral respecto a estos seres. Por ejemplo, en Corea existe el Dokebi de la provincia Gyungsang; un ser que se lleva a los niños inquietos; y tiene su origen en una vieja leyenda que narra que una mujer intentaba calmar a su hijo diciéndole "Aquí viene un tigre que te comerá. Y lo dejaré entrar si no te callas". Accidentalmente, fue escuchada por un tigre que pasaba por ahí y que decidió esperar a una comida gratis. En lugar de abrir la puerta de la casa (para decepción del tigre), la mujer le ofreció al niño un caqui seco diciéndole, "aquí está un kotgahm" (Dokebi deriba de Kokemi, que a su vez tiene su origen en la palabra Kotgahm, "caqui seco"); y al no escuchar al niño llorando, el tigre que desconocía que era un Kotgahm; escapó pensando "debe ser un monstruo poderoso contra el que no tengo oportunidad" (siendo que el tigre es la criatura más poderosa y aterradora para los coreanos).
También hay otra variación llamada Younggam, en el cual un viejo carga un saco de tela en el cual pone a los niños que secuestra. En otras regiones, este papel es desempeñado por una mujer llamada "Mangtae Halmum".
En Myanmar los niños son amenazados con el Pashu Gaung Phyat, que significa "Cazador de Cabezas Malayo"; ya que algunos grupos étnicos del este de Malasia eran notorios cazadores de cabezas. En Nepal existen el "hau-guji" y el Gurumapa; seres similares a simios que se supone disfrutan devorando niños, e incluso tienen dedicados templos a ellos en Katmandu.
En Japón existen los Namahage, que son demonios que le avisan a los niños que no deben ser perezosos o llorones durante el Namahage Sedo Matsuri "O Festival de la Máscara del Demonio", donde los aldeanos portan máscaras demoniacas y pretenden ser estos espíritus.
En China se encuentra Ou-wu, descrita como una bruja o mujer espeluznante que secuestra niños malos.

Quizás no conozcas a BOOGEYMAN (el hombre de la bolsa), es el terror de los niños y la muerte de los adultos, recuerda el se esconde en el closet, pero solo los niños lo pueden ver, ¿lo quieres ver?,¿quieres que te atormente por la eternidad?, pregúntale a los pequeños, ellos lo pueden ver, tú no sabes si esta a tu lado, tú no sabes si el quiere que lo veas,tú no sabes si esta en el closet, el espera pacientemente a que caiga la noche, el no tiene ojos, el se comerá a tu familia,el te arrancara el corazón, el te matara, el te esta esperando en el closet, si duermes morirás, ¡PARA AQUÍ! o te matara, no esta tan cerca te puedes salvar.
images (1)
no sigas te matara, ¡PARA!, no sabes en lo que te estas metiendo.
images (2)

te matara,¡NO SIGAS!, todavía estas a tiempo.
images (3)
fuiste demasiado lejos, ¡ahora el ira por ti!,se inteligente y no duermas, por que si duermes EL HOMBRE DE LA BOLSA te acompañara.

Descripcion

El bogeyman no tiene ningún aspecto específico pues es una leyenda popular acerca de una persona la cual usaba túnica y nunca mostraría su rostro, y se compara a veces con las personas de la vida real específicas, tales como Albert Fish, un asesino en serie. El término bogeyman se puede utilizar metafóricamente para denotar a una persona o una cosa de quien alguien tiene un miedo irracional. La leyenda puede haberse originado de Escocia, en donde a tales criaturas las llaman a veces boggart, bogles o bogies.
Los cuentos del bogeyman varían según la región. En algunos lugares el bogeyman es masculino, en otros, femenino. El concepto más común de un personaje popular caracterizado como alguien que asusta a niños; suele ser un monstruo que se mantiene al acecho en dormitorios (por ejemplo, detrás de la puerta, dentro del armario, o debajo de la cama), lugares en los que se esconde antes de atacar al durmiente. En cambio, en algunas zonas de los Estados Unidos, el bogeyman no entra a los dormitorios, sino que por el contrario araña las ventanas desde el exterior. Igualmente se dice que a veces, el Bogeyman adopta la forma de la cosa que más aterra a la víctima.
Los padres a veces, para controlar a sus niños hacen este tipo de avivamiento así para corregirlos y animan la creencia en un bogeyman que asusta solamente a los niños que se comportan mal. Tales bogeyman se puede decir que apuntan a una travesura específica (por ejemplo, un bogeyman que persigue a niños que se chupan el pulgar, no se quieren dormir, etcétera).
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